Alonso Cano, el horizonte pictórico de la escuela Granadina de pintura

Por en
Magdalena Penitente de Cano

Introducción

La vida y obra de Alonso Cano fue de trascendental importancia para la escuela granadina de pintura en los siglos XVII y XVIII. Hasta su llegada (1652) a la ciudad Nazarí, los pintores de esta ciudad se debatían entre la autocomplacencia de un estilo manido (manierista) y los primeros acercamientos a un naturalismo imperante.

Por lo tanto, la llegada de Cano a Granada tras su paso por Sevilla y la corte en (1652) supuso una bocanada de aire fresco, originalidad y en consecuencia, la evolución de una escuela granadina estancada en el pasado.

Sin embargo, el magisterio de Cano no fue algo pretendido ya que en realidad, fue un capítulo excepcional que se dio gracias a la fama de gran artista que traía de vuelta de la corte, pero sobre todo por el especial talante de un pintor tan carismático como original y excepcional en todos los campos artísticos. En mi opinión es un artista absolutamente infravalorado en su tiempo y en la actualidad (con obras emblemáticas en todos los campos artísticos).

Como consecuencia de esta excepcionalidad artística se creó un original magisterio de jóvenes artistas con gran proyección, discípulos en los que fue capaz de despertar la admiración y fascinación por su innovadora paleta pictórica de extraordinaria calidad.

Antecedentes de la escuela granadina. (antes de 1652, vuelta de Cano a Granada)

La escuela granadina de pintura cabe situarla a partir del año 1652, aunque anteriormente (al igual que en la escuela granadina de escultura, enlace a artículo) hubo artistas y experiencias pictóricas reseñables en Granada.

El primer nombre de gran calado al que hay que aludir es el de Pedro Machuca (1490-1550) fue el primer spagnoletto que se cree pudo estar en el círculo cercano de Miguel Ángel y una de las «águilas del renacimiento español». Machuca vino a Granada por Carlos V, para la construcción de su palacio real en la Alhambra. Durante su estancia en Granada dejó muestras de su enorme talento para la pintura con obras en la Capilla Real de Granada.

Tras Pedro Machuca hay que hablar de Pedro de Raxis (1555-1626), pintor y policromador de tallas escultóricas. Destacó por los trabajos que hizo como policromador de los grandes escultores del momento (Pablo de Rojas y Alonso de Mena). En el importante taller que regentaba policromaba (junto a sus hijos) las hechuras de los escultores de la escuela granadina de escultura. En el campo bidimensional y en su momento de plenitud se acercó al primer naturalismo pictórico. A mi parecer, es el primer gran pintor que se puede considerar de la escuela granadina.

Por último, Fray Juan Sánchez Cotán (1560-1627) llega a la Cartuja de Granada desde su Toledo natal, a principios del seiscientos y hasta su muerte en 1627. Aunque sólo trabajó en el monasterio, dejó una profunda huella de magisterio artístico heredero de la pintura castellana y cercana al manierismo escurialense, pero que quedaba recluida en el ya mencionado monasterio.

El ambiente pictórico en la granada de 1652.

Con la llegada de Cano a Granada comienza un nuevo capítulo de la pintura granadina, dando pié a la denominada escuela granadina. Por aquel entonces ya había dos importantes talleres que formaban a los jóvenes pintores que posteriormente frecuentaban el estudio de la torre de la catedral de Cano.

El taller de Miguel Jerónimo de Cieza (1611-1685)

Att a José de Cieza. Sale a subasta a finales de Mayo.

El taller de los Cieza fue clave en la escuela granadina ya que algunos de los integrantes más importantes de ésta escuela dieron sus primeros pasos allí. Fue el taller más importante de la ciudad junto al del recién llegado Pedro de Moya. A destacar: Ambrosio Martínez de Bustos, Pedro Atanasio Bocanegra, Felipe Gómez de Valencia y los tres hijos del maestro (Juan, José y Vicente).

Pedro de Moya (s. 1610-1674), el enigmático introductor del mundo flamenco en la escuela granadina de pintura

Pedro de Moya

Pedro de Moya es un pintor bastante reconocido, pero muy enigmático ya que a día de hoy está poco estudiado y solo conocemos algunos datos biográficos.

Por lo que sabemos es totalmente coetáneo a Cano (nació sobre 1610) y se formó en el estudio de Juan del Castillo, donde debió conocer también a Cano (amigo de Juan del Castillo). La coetaneidad con Cano fue algo que le perjudicó en su regreso a Granada, ya que su reconocimiento y prestigio quedó eclipsado por la impresionante personalidad artística del racionero.

Lo más interesante que se conoce de su trayectoria vital es que estuvo en los Países Bajos como soldado, donde conocería la obra de Rubens y sobre todo conoció a Van Dyck (al que acompañó a Inglaterra). Su vuelta a Granada es sobre 1649, 6 años antes que Cano. Antes de volver estuvo de nuevo en Sevilla donde pudo ver de primera mano la madurez de Zurbarán, el imparable el ascenso de un joven Murillo, y la decrepitud artística de Herrera el Viejo.

De regreso en Granada instaló su taller donde impartió su magisterio a un conocido joven de gran talento, Juan de Sevilla. Éste taller y hasta la llegada de Cano debió suponer una bocanada de renovación después de influencias tan interesantes, con una pintura despojada de todo atisbo manierista y por tanto se podría decir, que por calidad y por renovación estilística Moya fue el preámbulo de lo que Cano supuso para la escuela granadina de pintura.

Alonso Cano (1601-1667), rasgos y singularidades

Alonso Cano llega a Granada para convertirse en el capítulo más excelso de las artes plásticas de la importante escuela granadina. El regreso de Cano a Granada siendo un artista ya maduro, conllevaba que llevase consigo un increíble bagaje profesional y personal (muy complejo).

El maestro tuvo una sólida formación como pintor (discípulo de Pacheco, junto a Velázquez) y un gran reconocimiento tanto en Sevilla como en la corte.

Trabajó en importantes encargos primero en su etapa sevillana donde compartió amistad con Juan del Castillo y posteriormente en la corte donde siguió trabajando para algunas de las más importantes órdenes religiosas y familias cortesanas. Además, en la corte destacó como creador de arquitectura efímera para festejos reales, restaurador y pintor.

Primeros años en Sevilla

En Sevilla le influye el conocimiento de la obra de Velázquez, el ascenso de Zurbarán y la estrecha relación con su amigo Juan del Castillo. Pero deja de lado el manierismo heredado de su maestro. Crea un estilo propio también lejos del realismo imperante de aquel momento en estos pintores. Comienza a destacar el clasicismo de un estilo que se podría decir que es un manierismo reinterpretado con temperamento barroco, como si fuera un pintor retrasado del siglo XVI, dice Bernales Ballesteros. Cano se alejó desde un primer momento de la artificialidad, la trivialidad, o la exageración de actitudes dramáticas en favor de un lenguaje pictórico naturalista particular, ajeno a lo vulgar y al dramatismo. Por tanto, con una ascendencia clásica de belleza equilibrada e idealizada.

Técnica

En lo referente a la técnica de Cano, destaca su talento natural para el dibujo ágil, muy suelto y fluido. Su paleta, se alejó desde el primer momento del tenebrismo imperante en favor del uso de una gama cromática mucho más rica, el juego de la luz deja de ser el principal esquema en sus obras. Su llegada a la corte reafirma estos usos cromáticos, de inspiración italiana, y posteriormente también rubeniana. El trabajo de restauración de los lienzos quemados en el incendio del Alcázar de 1640, le hizo entrar en un contacto más profundo con obras flamencas y venecianas de las colecciones reales que reafirma su paleta cromática.

Su vuelta a Granada (curiosa, enlace a articulo) viene dada fundamentalmente para la creación de uno de los más importantes programas pictóricos de la vida de la Virgen de la historia del arte universal, en la catedral de Granada.

Éste bagaje que trajo consigo a Granada, supuso una innovadora concepción pictórica llena de sugerencias para pintores muy jóvenes que seguirían esta nueva estética creando la fecunda escuela granadina hasta bien entrado el siglo XVIII

La estela de la poética canesca en la escuela granadina de pintura

La singularidad y el talento que Cano atesoraba a su vuelta a la ciudad que le vio nacer, creó un poder de sugestión y admiración que le llevó a la pervivencia de su paleta/poética en jóvenes pintores de gran talento. Cambió de modo definitivo el futuro de un ramillete de pintores y de una escuela con unas características propias a partir de éste.

El taller del primer piso de la torre de la catedral donde Cano impartió un magisterio no pretendido fue lugar de encuentro de los más importantes jóvenes pintores que ahora repaso:

Pedro Atanasio Bocanegra (1638-1689)

Bautismo de Cristo, palacio de la Madraza universidad de Granada

Pedro Atanasio Bocanegra quizás es el más conocido de todos ellos, seguramente porque su fama en vida (en Granada) fue extraordinaria incluso tras su muerte. Pintor del rey, formado en el taller de los Cieza, fue una personalidad altiva y compleja pero una interesante y peculiar alternativa de fuerte inspiración canesca a la muerte del Racionero. Seguramente es el seguidor más fascinado por el gran Racionero, hasta el punto que su obra no se ejecuta de forma característica propia hasta la muerte de éste.

Hace varios ciclos (tras la muerte del maestro) para la compañía de Jesús (iglesia santos Justo y Pastor) o la iglesia de San Juan de Dios. Pero el más interesante es el que dedica a la vida de la virgen en la Cartuja de Granada, donde emula al ciclo de la catedral con composiciones muy influenciadas por éstas anteriores.

La evolución de Bocanegra llega a atisbar el Rococó en composiciones de su última etapa vital como en los «Desposorios de Santa Catalina» del convento dominico granadino de Zafra. (Hoy visitable, es un lugar absolutamente recomendable).

Juan de Sevilla Romero y Escalante (1643-1695)

Inmaculada Concepción de la universidad de Granada

Fue probablemente el pintor que más calidad técnica innata que hubo tras la estela del Racionero. La pintura de Sevilla mantuvo una estrecha vinculación con las influencias flamencas que le había inculcado su primer maestro. Moya también le inculcaría los ecos del realismo tenebrista sevillano, pero la influencia esencial fue la del Racionero al que Sevilla ya visitaba con apenas 19 años.

Juan de Sevilla fue uno de los más cercanos al estudio de la catedral (junto a Bocanegra) que tenía Cano, ésto se vio reflejado en su pintura. A mi parecer, fue el pintor que mejor representó la poética canesca y las tipologías humanas de Cano. En otras palabras, podríamos concluir: fue el que mejor supo crear una simbiosis de influencias de la poética canesca y de las de origen flamenco.

El ejemplo más claro de estas concomitancias de tipos humanos se da en las Inmaculadas. Algunos ejemplos podrían ser la Inmaculada de la universidad de Granada o del Meadows Museum.

José Risueño de Alconchel (1665-1732)

Risueño fue el último gran continuador de Alonso Cano y el que transmitió la poética canesca en el siglo XVIII. José Risueño nació solo dos años antes de la muerte de Cano, por tanto no pudo formarse con Cano directamente.

La formación de Risueño no está totalmente documentada. Sin embargo, se sabe que trabajó en el taller de los Mora por lo que en lo referente a la escultura parece clara su formación. De hecho, sus primeras obras escultóricas son difícilmente distinguibles de las de Diego de Mora. Por otro lado, en lo que se refiere a la pintura, es más que probable que tuviera algún tipo de relación con Juan de Sevilla, ya que en sus obras se ven tendencias flamencas.

El arte de Cano siempre inspiró a Risueño como fuente inagotable de evolución de un estilo propio ya que adoptó como base para su pintura el proporcionado equilibrio contenido y clasicista de Cano. Sin embargo, evolucionó hacía un desbordamiento quebrado y grácil, más cercano y asequible al pueblo. Ésto se dió por los estudios del natural con menor carga de idealización y misticismo.

En conclusión, se podría decir que Risueño destacó por ser el más polifacético (más similar a Cano por tanto) y también el último gran continuador del mensaje artístico de fusión de pintura y escultura de Cano. La base de estas concomitancias fue el estudio del natural y la simbiosis de pintura y escultura en el plano bidimensional.

Por último, Risueño ostentó el taller más importante de la provincia. En dicho taller se formaron los últimos epígonos de seguidores de Cano, como por ejemplo Domingo Chavarito.

Conclusiones

La escuela granadina de pintura se puede decir que se inicia en el momento que vuelve Cano a Granada. Hay artistas que podemos considerar de la escuela granadina que son anteriores o coetáneos a Cano como por ejemplo los Cieza, o Pedro de Moya y Pedro de Raxis. Pero la verdadera escuela granadina se dió por la fascinación que generó el racionero Cano en su vuelta a Granada. La estela que dejó en algunos jóvenes talentosos crea una pervivencia de la estética/paleta y poética de Cano hasta bien entrado el siglo XVIII.

Con la llegada del XIX, la escuela da un vuelco de registro gracias a la personalidad de diferentes pintores viajeros románticos. Podemos destacar a Mariano Fortuny como el gran iniciador de un estilo moderno. Si bien no se puede considerar ya de escuela granadina, se genera una nueva época de la pintura granadina alejada de la poética canesca.

Las obras de estos artistas son muy buscadas en el mercado del arte actual, por lo que alcanzan remates más que interesantes.

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